jueves, 4 de noviembre de 2010

Y aun parece que fue ayer...

Este post viene motivado por mi reciente experiencia en el venido a menos Salón del manga de Barcelona. Pero no haría honor a este post si no hacemos un poco de flashback, ahora que está tan de moda en todos los seriales, incluso y especialmente en los documentales.

Corría el año 1997 cuando, un impresionable joven de 16 años pisaba por primera vez un salón del Manga. Creo recordar que era la 3a edición y creo que la primera que se celebraba en la Farga del Hospitalet. La verdad es que la experiencia fue pobre, pues en aquel momento yo no era más que un adolescente que empezaba a ver que le encantaba las temáticas tratadas en el anime (aún no lector de las versiones imprimidas en papel).

Al año siguiente se realizó otra fugaz asistencia para comprar material, dentro de las posibilidades de un adolescente sin trabajo y con una remuneración semanal que debía economizar si quería realizar más actividades.

Una vez acabado el instituto y ya siendo un universitario, el mal personificado en Internet llamó a mi puerta, abriendome un abanico de posibilidades que hasta aquel momento nunca había disfrutado. Conocer nueva gente con mis mismas aficiones en todo el ancho del territorio nacional y en algunos casos mundial. Y todo esto se juntó y explotó en el Salón del manga del año 1999. Fué mi primer salón que disfruté enterito de viernes a domingo (en aquel entonces duraba 3 días sólo en lugar de los 4 de la versión actual), conociendo en persona a todos aquellos seres con los cuales solo había intercambiado palabras a través del IRC.

Fué una experiencia única. Realmente disfruté mucho ese salón. Juntarse con gente que conocías. Con la que compartías un vínculo especial, la misma afición, y que no podías ver habitualmente. La cena que se celebró fué grandiosa, incluso arrastrando a pobre gente inocente que solo pasaba por ahí a celebrar un cumpleaños (ver a 40 borrachos en un chino cantando cumpleaños feliz a otra mesa de 4 personas, no tiene precio).

Todas las limitaciones del salón quedaron eclipsadas por las ilusiones de un joven puestas en un grupo humano, en diversión. En el fondo, el Salón es lo mismo que es ahora. Un montón de stands con tiendas, un karaoke y un concurso de disfraces, en los cuales no se competía por ver quien era más friki sino disfrazarse por el mero hecho de divertirse un rato personificando un personaje de una serie que te gustaba, o incluso en el mejor de los casos te encantaba.

Desde aquí quiero agradecer a toda esa gente, que no nombraré pero que ellos saben quienes son, que hicieron ese Salón tan especial. Más que nada, porque me dejaría gente y eso sería injusto.

A partir de ahí, el Salón se fué degradando, almenos a mis ojos. La edad y la pérdida de relación con la gente de fuera de Barnacity hizo que el salón perdiese atractivo. Al final, con la gente que he mantenido relación, los puedo ver, si no habitualmente, de vez en cuando sin necesidad de estar aguantando colas infinitas y muchedumbres hambrientas de frikismo.

Ahora como mis ojos ven el Salón. La gente compite por ver quien es más friki y las mujeres se disfrazan para ver quien enseña más carne. Y si, siguen habiendo disfraces currados, pero quedan enmarañados cuando ves a una persona con un traje de butanero y una bandan en la cabeza solo para entrar gratis. O cuando ves a gente chillando y haciendo el cabra, con todo su derecho porque ese es el lugar, pero yo ya no me siento parte de esa locura juvenil. No me siento identificado con ello. No os confundais, si supiera prepararme disfraces me disfrazaría, pero no estaría todo el día en el salón en un rincón sentado sin hacer nada solo porque es el salón y tengo que estar ahí como buen friki. Si me aburro, me voy.

La zona de videojuegos es de risa. Patrocinada cada año por un grupo distinto, es una feria localizada de la compañía que se encarga del mismo. Este año, con Microsoft por bandera, ha sido una vergüenza. Solo máquinas con Halo reach, un montón de kinects (ojo, solo 8, pero ocupaban casi toda la sala) y luego juegos sueltos (¡la mayoría de un solo jugador! ¿Que se ha hecho de los juegos multijugador y de sus torneos variados correspondientes?).

De la "exposición"... bueno, mejor no hablo porque creo que alguien decidiría arder este blog (donde tampoco se perdería mucho, todo sea dicho de paso XD)

Sin contar con la mala organización de ficomic, que insiste en que el mejor lugar para hacer este evento es la Farga. Este lugar, señores, se ha quedado pequeño. Que no pueda ver el concurso de cosplay porque hay colas inmensas para entrar en un pabellón ridículo es una vergüenza. Que el único sitio donde me apetezca estar sea la zona de tiendas porque si me lo monto bien no hago colas, es lamentable. Y no, el auditorio no pienso pisarlo. Gente que cree que canta bien chillando como animadoras en celo NO es santo de mi devoción.

Y de esta forma, llegamos a otro de los problemas del salón, el día prohíbido. El Sabado. Hay tal cantidad de cola que prefiero ese día dar vueltas por barcelona, visitar las tiendas que estarán más vacías (debido precisamente al Salón) y a disfrutar de una agradable tarde en compañía de amigos. Sé que a ficomic le da igual esa opinión porque sigue habiendo miles de personas para entrar, y si yo no entro lo hará otro en mi lugar. Pero eso no quita que piense como pienso. Así fué que este año solo fuí el viernes (¡se podía caminar tranquilamente y salir y entrar como quisiera!) y el domingo (ya algo más lleno).

En pocas palabras, visto lo visto, creo que me he hecho demasiado adulto para un evento que no ha evolucionado y que está claramente orientado a gente que tiene la suficiente paciencia para tragarse colas inmensas y con la suficiente juventud que le da igual estar todo el día allí encerrado aunque realmente no haga nada.

Creo que todo queda resumido en la canción que patrocina este post, algo más catastrofista que mi opinión, pero que no deja de reflejar lo que le sucede a un friki, o mejor dicho, a cualquier hijo de vecino con una vida "normal": crece y cambia.

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