martes, 19 de mayo de 2009

"Cenizas del Dolor"

Siento la necesidad de ahogar las penas en el fondo de un vaso de cristal y cubrirlas con la bebida y a dejar que los efectos del alcohol seken nuestras lagrimas y curen nuestras heridas. Y luego, vuelta a empezar, una mañana más empieza mientras el sol perezosamente se va arrastrando por el firmamento, levantando la persiana que forma el nublado cielo; y el dolor y el pesar de nuestro corazon no es comparable. Nos recuerda la cruda y dura realidad, siguiendo nuestra rutina. E intentando, una vez más, que lo poco que nos queda de fuerza nos ayude a sobrellevar el peso del romance fracasado.

Romance visible en la misma cara que vemos cada mañana a través del viejo espejo. Romance que se desliza junto al agua de la ducha intentando escapar sin ser visto mientras las gotas purifican el dolor. Romance que vemos en el cafe que tomamos cada mañana, en el ordenador, en los compañeros de trabajo y sus mundanas historias, en la vida desocupada, en el curriculum que intentamos llenar, utilizándolo de billete de ida a la rutina, esperando en silencio que algo excitante ocurra en nuestras vidas para no llenar nuestra alma en un mar de lágrimas.

Mar de lagrimas, inmeso en su extensión pero invisible a la vista, camuflado en su propia magnitud. Dejamos que las olas nos arrastren, intentando evitar que nos ahoguen en una noche de marea. Solo un flotador etílico nos permite mantenernos a flote y luego algún abrazo esporádico nos acerca a la orilla, dandónos la falsa ilusión de poder pisar la tierra firme de los sentimientos.

Y ni siquiera ese abrazo de falsa ilusión puede devolvernos la esperanza, porqque ese tiempo que permanecimos entre la mar y las olas de sufrimiento ha dejado a nuestro cuerpo débil y nos hace sentir agotados, cansado de dar sin recibir nada a cambio, hasta q nos convierte en seres frios y superficiales, que no creamos en el amor, en el sentir. En ser felices, porque una vez que hemos abierto nuestro corazón y nos lo lanzan a la cara es muy difícil volver a empezar, y volver a creer.

Para, finalmente y otra vez, arropado por el manto de la noche; se seca el mar rociándolo con zumos estupefacientes, nos arrastramos hacia la locura y volvemos a sentir ese odio intenso nacido del más hueco de los vacíos, para llegar al mismo destino de todos los días, jurando que con un nuevo sol todo cambiará.

Todo es igual, nada ha cambiado, cada final de semana nos gastamos, nos reimos, bailamos, cantamos en el festival de la vida. Pero a veces mas que un festival es un circo, a pesar de que momentaneamente seamos felices y nos sentimo agusto en nuestro mar de alcohol y rock. Solo es durante unas horas, luego todo termina, pero con fuerza nos aferramos a que llegue otra vez para volver a gastarnos mas.

Y repetimos para consumirnos en la locura del movimiento de nuestros cuerpos. Nuestras energías fluyen en un torrente de adrenalina potenciado por el mismo brevaje que nuestras penas ahoga. Y con la destrucción física por bandera que ahoga la mente más activa, dejamos que el movimiento errático del mundo nos deje reposar por unas leves horas, horas de agradecida inconsciencia...



1 comentario:

Xar dijo...

Bueno, agradezco a Clara principalmente este texto, que sin nuestras idas de olla no habría sido posible.

A los demás, espero que lo disfruteis... si se puede disfrutar, claro XD